
Hace ocho años, dentro del marco del Convenio de Diversidad Biológica (CDB), los países firmantes se reunieron en La Haya, en la que fue su VI Conferencia de las Partes (COP 6). Allí, los 193 Estados adoptaron el Plan Estratégico, que incluía la meta de reducir la tasa de pérdida de biodiversidad para el año 2010. Y hace poco menos de ocho días tuvo lugar la COP 10 en Nagoya (Japón). ¿Se habrán cumplido los objetivos?
En la última edición del boletín Perspectiva mundial sobre la diversidad biológica (GBO por sus siglas en inglés), publicado en mayo de 2010, la afirmación es clara: “no se ha alcanzado esa meta”. Entre las principales conclusiones del informe destacamos:
1. Se estima que casi un 25% de las especies vegetales está en peligro de extinción.
2. La abundancia de especies de vertebrados se ha reducido, en promedio, casi en un tercio, y sigue decreciendo a nivel mundial, con descensos graves en los trópicos.
3. Se observan graves disminuciones de los humedales de agua dulce, hábitats de hielo marino, marismas de marea, arrecifes de coral y lechos de algas.
4. La amplia fragmentación y degradación de los bosques y ríos.
5. En los sistemas agrícolas continúa disminuyendo la diversidad genética de los diferentes tipos de cultivo y ganado.
6. Las cinco presiones principales que impulsan directamente la pérdida de la biodiversidad se mantienen constantes o bien se intensifican (cambio de hábitat, sobreexplotación, contaminación, especies exóticas invasoras y cambio climático).
7. La huella ecológica de la humanidad supera la capacidad biológica de la Tierra por un margen muy superior a lo que se acordó al fijar la meta de biodiversidad para 2010.
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2010, Año de la Biodiversidad |
Naciones Unidas acordó que, para impulsar el convenio tildaría el año 2010 como el año Internacional de la Biodiversidad. Sin embargo, ni la voluntad política ha sido prolífica para implementar las medidas del Plan Estratégico, ni los medios de comunicación se han hecho eco del serio problema que plantea la pérdida de biodiversidad. La cumbre de Nagoya (del 18 al 29 de octubre de 2010) apenas ha tenido difusión mediática. ¿Por qué sí la tuvo la cumbre de Copenhague, referida al cambio climático? ¿Necesita este viejo problema de una figura equivalente a la de Algore?
No obstante, atendiendo al último estudio publicado por el CIS sobre medio ambiente, el 52,1% de los encuestados se considera “bastante” preocupado por este tema aunque, de ellos, un 50,2% piensa que está “poco” informado. Por eso, las diferentes ONG asumen la tarea informativa para dar servicio a los ciudadanos. En el caso de Nagoya, Ecologistas en Acción ha tomado la iniciativa creando somosbiodiversidad.tv. Acta Verbum ha tenido la oportunidad de participar en el proyecto y, gracias a ello, os contamos las principales conclusiones de la cumbre.
Mucha de la gente que ha pasado por las cámaras de Ecologistas ha estado en Nagoya y, la mayoría, piensa que la representación española ha sido “nula” a nivel ministerial ya que ni la recién nombrada Ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, ni el Secretario de Estado de Medio Rural y Agua (y presidente del Patronato de la Fundación Biodiversidad), Jusep Puxeu, acudieron. Salvando una frase del director de esta revista: “algo digno de estupor”.
Uno de los temas claves en la cumbre ha sido la financiación para aplicar las medidas. El principal problema es que la preocupación electoral, cortoplacista, y la crisis económica impiden a los gobernantes invertir (financiar) en la conservación del medio ambiente a largo plazo. Alejandro Sánchez (SEO/Birdlife) comentaba que se ha establecido una meta de cara a la COP 11 en la India, en 2012, para establecer unos objetivos financieros y cumplir el Plan Estratégico en 2020; y luego llegará 2050...
En cualquier caso, lo mejor que ha salido de Nagoya es el protocolo vinculante de recursos genéticos y participación justa y equitativa en los beneficios (protocolo ABS por sus siglas en inglés), que deja de ser una mera recomendación. “Estamos ante un Kioto para la biodiversidad”, dice Eva Vicente (Fundación Ipade). Sin embargo, Theo Oberhuber (Ecologistas en Acción) es más escéptico al resaltar que no se han acordado sanciones para quien no lo cumpla.
Este protocolo pone de manifiesto la deuda ecológica (hablando en números) que tienen los países desarrollados con los países enriquecidos biológicamente (que suelen coincidir con los más pobres). “Yo vengo aquí, extraigo este recurso genético, me lo llevo, porque para eso soy quien soy, lo patento y te lo vendo”, ejemplifica Francisco Cabezo (CCOO); y si puedes, me lo compras, y si puedes, subsanas las huellas desastrosas para la diversidad derivadas de su explotación. Y es que, la trascendencia de la biodiversidad entronca también con los problemas de la pobreza y el hambre, con el Programa de Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015.
Siendo egoístas, todo esto no es, en definitiva, una cuestión de “animalitos” y “plantitas“; sino que están en juego nuestras necesidad alimentarias, textiles, farmacéuticas e incluso muchos servicios que nos hacen viables la vida en la Tierra a través del agua, el suelo, el clima o la energía.
Allá donde las cabezas puedan imaginar, vuelen al futuro para comprender por qué tenemos que caminar concienzudamente en nuestro presente.
Por Lourdes Jiménez.

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