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Nº 10 de Acta Verbum
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miércoles, 16 de marzo de 2011

Evaluación de la toxicidad en aguas residuales tratadas

ecotoxicidad, aguas residuales, depuradora, depurar agua
Acta Verbum se centra en este artículo en ahondar cómo y, sobre todo, por qué se evalúan las aguas que ya han sido tratadas. Y lo hace gracias a la presentación de la ingeniera química Karina Boltes en un taller de la Semana de la Ciencia en noviembre del año pasado. Sí, ha pasado tiempo; sin embargo este tema, lejos de quedar desfasado, es de actualidad permanente.

Es oportuno matizar qué entendemos por aguas residuales. Son materiales derivados de residuos domésticos o de procesos industriales; por ejemplo, el agua que se pierde por las cañerías durante una ducha o al fregar los platos. De las cañerías, pasan a las depuradoras y, una vez tratada, se reutiliza.

Pero, ¿por qué es necesario evaluar las aguas residuales que ya han pasado por la depuradora, que ya han sido tratadas? Boltes señala que “el agua regenerada es producto que se devolverá al medio natural”. Y es que, entre sus principales usos, encontramos:

  • Riego (cultivos, pastos, zonas verdes, campos de golf)
  • Mantenimiento de humedales
  • Inyección de acuíferos
Por tanto, hay que comprobar que esa agua tratada no sigue contaminada. ¿Cómo se comprueba? A través de la evaluación del daño en la biota de un ecosistema, es decir, a través de la evaluación de la ecotoxicidad en tratamiento de aguas. Una biota designa al conjunto de especies de plantas, animales y otros organismos que ocupan un área dada. Y la ecotoxicidad es el establecimiento de relaciones concentración-efecto entre el tóxico (que contiene el agua ya depurada) y los organismos del ecosistema.

Traducimos lo anterior: es necesario estudiar las aguas ya tratadas porque después, irán a parar al medio natural. El objetivo es eliminar compuestos difíciles de degradar por métodos convencionales (las depuradoras no pueden degradar). Esos compuestos, o tóxicos que se mencionaban antes, son compuestos emergentes (productos farmacéuticos, drogas, productos de cuidado persona como gel o champú, esteroides, hormonas, surfactantes, retardadores de llama, aditivos…). Todos estos compuestos emergentes continúan estando presentes en el agua y su grado de concentración se evalúa mediante la ecotoxicidad.

Para averiguar la concentración, existen diferentes ensayos estandarizados. Entre los más utilizados, se encuentran los test de inhibición de crecimiento, con algas o plantas acuáticas; el test de inmovilización (Daphnia); el test de toxicidad aguda, con peces; y la inhibición de luminiscencia con bacterias. Boltes y su equipo quieren patentar un nuevo test que es más eficaz que los anteriores para tales efectos.

La ingeniera química deja claro en su presentación, que el aumento de toxicidad de las aguas tratadas, no sólo es producto del incremento de la contaminación en ellas, sino de la sofisticación de los métodos que la evalúan. Así pues, gracias a los estudios de cientos de equipos, como el suyo, las aguas residuales tienen cada vez una mayor fiabilidad. Aún así, aboga por una regeneración de las depuradoras municipales que, conforme pasa el tiempo, van quedando obsoletas y no son capaces de limpiar las aguas.

Estos estudios, aparte de ser necesarios, son muy interesantes. Reflejaba la profesora que, cada vez, es más frecuente encontrar componentes emergentes de tipo farmacéutico y, comúnmente, antidepresivos. Y es que estas aguas son el fiel relejo del consumo de la sociedad.
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