
Ali Javey, miembro del equipo de diseño:
"Si deseamos algún día construir un robot que pueda descargar el lavavajillas, por ejemplo, debemos asegurarnos de que en el proceso no rompa las copas de vino”"
La e-skin (piel electrónica) ha sido desarrollada en la Universidad de Tokio por un grupo liderado por Takao Someya. Está fabricada a partir de nanotubos de germanio y sílice adheridos a una capa de poliimida, y detecta presiones entre 0 y 15 kilopascales; para hacernos una idea, 10 kilopascales (10.000 pascales) es la presión ejercida por la fuerza (10.000 ne wton) de un maestro de kárate rompiendo un ladrillo con la mano, aproximadamente.
Según la revista Nature, este material dispone de una "alta resolución espacial", concretamente, el tamaño del sensor de presión es de 18×19 píxeles (casi el área de medio centímetro cuadrado).
Una vez solventado el principal problema de diseños anteriores (su escasa flexibilidad) gracias al uso de cables microscópicos de silicio; es un modelo de plataforma perfecto "para la futura integración de los nanomateriales para aplicaciones prácticas". Podría incluir algunos sensores adicionales de temperatura, presión, luz, humedad, tensión e incluso de ultrasonidos.
Además de su aplicación en robots domésticos, Zhenan Bao, jefe de investigación, afirma que "conectar la piel artificial con el sistema nervioso humano será un trabajo muy difícil", no imposible; por tanto, no sólo haría posible que robots sustituyeran a humanos bajo más situaciones de peligro, también podríamos recuperar o sensibilizar nuestro sentido del tacto ante nuevos parámetros, incluso limitarlo, imponerle límites al dolor.
Una vez solventado el principal problema de diseños anteriores (su escasa flexibilidad) gracias al uso de cables microscópicos de silicio; es un modelo de plataforma perfecto "para la futura integración de los nanomateriales para aplicaciones prácticas". Podría incluir algunos sensores adicionales de temperatura, presión, luz, humedad, tensión e incluso de ultrasonidos.
Además de su aplicación en robots domésticos, Zhenan Bao, jefe de investigación, afirma que "conectar la piel artificial con el sistema nervioso humano será un trabajo muy difícil", no imposible; por tanto, no sólo haría posible que robots sustituyeran a humanos bajo más situaciones de peligro, también podríamos recuperar o sensibilizar nuestro sentido del tacto ante nuevos parámetros, incluso limitarlo, imponerle límites al dolor.
Por Francisco Fernández.

0 comentarios:
Publicar un comentario