El redactor jefe llegó temprano a la agencia de detectives. La entrada de la oficina era un amasijo de astillas. Los muebles tenían tanto polvo como para no reconocerlos. Avanzó con precaución hacia el final del pasillo. Allí, en el marco de la puerta de la derecha, colgaba torcido un cartel: “JOE CALLAGHAN CLESA”. El redactor llamó tres veces. Al no recibir respuesta, entró en el despacho.
Detrás de una birriosa mesa de pino escandinavo, un orondo, bigotudo y cincuentón detective resolvía crucigramas. Llevaba puesta una fedora de los años 50 y una gabardina a juego. Todo ello, claro está, de color gris. El redactor jefe hizo una reverencia (casi alcanza el suelo con la nariz), al tiempo que preguntaba:
-Elegante caballero, ¿podría indicarme con quién debo hablar para contratar los servicios de su empresa?
-Conmigo, por supuesto. Soy el detective más curtido de este lado del Manzanares. He resuelto todo tipo de enmarañados entuertos. Pero ¡dése prisa! Tengo cita con el deshollinador a las dieciocho cero cero.
-No pongo en duda su brillante trayectoria. Debí adivinarlo por su aspecto y los múltiples diplomas que adornan su despacho -admitió el redactor-. Me gustaría que me informara sobre su rutina de trabajo y sus posibles gastos.
-Caballero, en esta empresa siempre elaboramos un estudio particular del caso, un plan de actuación (avalado por la World Association of Detectives) y , en base a ello, un presupuesto acorde a la dificultad de la misión encomendada.
-Mire, se trata de un asunto urgente a la par que grave. Quiero que investigue a fondo a la Unión de Estudiantes Progresistas, y en particular a su Secretaria de Acción Reivindicativa Estudiantil. Ese puesto huele a corrupción a la legua -el redactor jefe articuló una mueca de asco-. Además, quiero saber como se las han ingeniado para organizar una miríada de eventos en un plazo de tiempo tan reducido.
-Interesante. Muy interesante. Estos casos oscilan entre los 6.000 y los 9.000 euros. Todo depende de si creo conveniente la utilización de helicópteros.
-¿Helicópteros? Madre mía, la lucha por conseguir la supremacía informativa de la URJC va a acabar con lo que queda de mi maltrecho, aunque sedoso, cabello.
El detective Joe se quitó el sombrero y le guiñó un ojo, cómplice.
-Comprendo su situación. Como ve, yo sufrí el problema de la alopecia durante años. Le haré un descuento del 10% e intentaré reducir al mínimo posible la utilización de vehículos pesados. Pero no le prometo nada.
-¡Cerdos progresistas!
-¿Está usted bien? ¿Quiere una tila?
-¿Tila?
-Poleo, café, manzanilla, té, hierbabuena, eneldo, estragón.
-¿Estragón?
-Salvia, tomillo, hinojo...
-Tila está bien.
-De acuerdo, pero le recomiendo el estragón. Es muy útil para la digestión.
-Tomaré tila. Gracias.
-Siento hacerle esta pregunta, pero es un trámite legal de la empresa. ¿Dispone usted de aval?
-Pierda cuidado, me avala un conocido magnate de la industria automovilística.
-Entonces, caballero, ya tiene usted detective. Póngame a los pies de su señora.
-Le pido discreción. Hay intereses extremadamente importantes en este caso.
-No tema. Nadie va a percibir mi presencia
-Eso espero. No desearía tener ningún problema con su empresa.
-Pero, ¿quién es usted? ¿Quién le envía?
Continuará…

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