Vivencias de Pedro Nogueroles, alumno de la URJC
(Segunda Parte)
(Segunda Parte)
Problemas en la universidad italiana
Mes y medio después de mi llegada a Roma han pasado muchas cosas. Sobre todo cosas buenas. He ido a mil y una fiestas donde yo era el único español. También he ido a fiestas donde lo raro era ver a un italiano. Pero, en este mes, las fiestas no han sido las cosas más importantes que me han ocurrido. Asambleas al más puro estilo 15M en la Facoltà de lettere e filosofia criticando los planes de estudio que oferta la Universidad “Tor Vergata” o la manifestación del pasado 15 de Octubre han sido, con diferencia, los momentos a destacar en todo este tiempo.
Asamblea en Tor Vergata
El pasado 12 de Octubre, los estudiantes más indignados, cansados de tanta “tontería”, convocaron una asamblea para discutir todos los problemas que la Universidad les ponía a la hora de cursar sus laureas. En la explanada de la Facultad de Letras y Filosofía decenas de alumnos cogían el micro y contaban sus problemas. En un momento determinado, Lazzaro Rino, el preside de la Facultad, el responsable por mucho que le pese de esta situación, pasó por delante de la Asamblea haciendo caso omiso de la reunión que estaba teniendo lugar y se metió en un aula. Este acto fue tomado por muchos de los alumnos indignados como una burla y sometieron a votación si esperarlo fuera hasta que se dignase a coger el micro y hablar, o bien entrar en la clase, interrumpiéndola, para pedirle explicaciones. La gente, harta de esperar, decidió entrar y yo con ellos. Pasaron cerca de 20 minutos hasta que algunos alumnos empezaron llamar la atención de Lazzaro Rino, comenzando una auténtica guerra dialéctica. El preside decía no saber nada de estos problemas y decía una y otra vez que estas no eran formas de quejarse. Puede que tuviese razón. Puede que lo correcto hubiese sido pedir una cita y hablar. Pero la gente, visiblemente indignada, no contemplaba esta alternativa. Finalmente, con algún enfrentamiento entre alumnos terminó la asamblea sin nada claro, pero con la intención de repetirse el próximo mes. Estaré allí para verlo.
Unos días después de esta Asamblea, el mundo se preparaba para la movilización más importante de los últimos años. El movimiento 15-O tomaba las calles de todos los países para mostrar su disconformidad con el sistema político, social y económico de hoy en día. Como en muchas ciudades, Roma albergaría una de las manifestaciones más multitudinarias de Europa. Antes de contar como fue, tengo que decir que la gente con la que hablaba sobre esta manifestación tenían la seguridad de que pasaría algo malo en Roma. Pocos fueron los que estaban convencidos de que esta manifestación fuera a servir para algo y todavía menos los que creían que sería pacífica.
Crónica del 15-0 en Roma
Preparado para cualquier cosa me fui a la estación de Termini. Lo primero que vi al salir del metro fue increíble. Cientos, miles de personas de todas las ideologías y de todas las edades con carteles en todas las lenguas, con camiones, con música, protestando de manera pacífica bajando por Vía Cavour. Pero, conforme la caravana avanzaba, se oía a la gente decir que la policía estaba interviniedo (o sea, dando “palos”) cerca de la plaza de San Giovani, el lugar donde finalizaba la manifestación. Decían que algunos estaban quemando
coches y que había algún herido. A mí, no se me ocurrió nada mejor que ir a ver cómo estaba el patio por ahí y puedo decir que nunca he visto nada igual. Era como una guerra. Caminando por las calles veías a gente desconcertada. Por esta zona ya no había manifestación. La gente caminaba curiosa sorteando coches y contenedores de basura quemados en medio de la calle, algún edificio pequeño incendiado, bancos pintados y destrozados a pedradas o McDonald’s saqueados con pintadas como “I love Merda” burlándose del conocido slogan “I’m Love in it!”.
Una vez llegamos a la plaza de San Giovani, la situación provocó que no se pudiese salir por ningún lado. La policía comenzó a lanzar gas lacrimógeno tanto a los radicales del “black bloc” que arremetían contra ellos, como a los manifestantes pacíficos que contemplaban atónitos la batalla campal. Piedras, botellas e incluso bombas de fabricación casera eran lanzadas hacia los policías que maniobraban sus vehículos sin saber a dónde ir. Desde mi punto de vista, los radicales ganaban cada vez más terreno a la policía e incluso llegaron a incendiar una furgoneta de los carabinieri. Por suerte, pudimos escapar por la entrada a la Universidad Pontificia donde sacerdotes y diáconos daban agua a los que, como yo, habíamos inhalado el gas lacrimógeno que la policía había arrojado. Finalmente pudimos salir sin mucho problema del recinto, dejando una auténtica guerra a nuestras espaldas.
Los días siguientes a la manifestación la gente no hacía más que lamentarse. Unos dicen que la policía escoltó a los radicales del black bloc hasta la mitad de la manifestación para dividirla en dos con la intención de disolverla y así justificar su intervención; otros dicen, sin embargo, que Italia no está preparada para una manifestación de este tipo, esto es, pacífica; y otros, prefieren olvidar la mala imagen que han dado al extranjero.
Todo lo que puedo decir yo es que me quedé impresionado con la cantidad de gente que se concentró pacíficamente en Termini y Vía Cavour. Este sí era el sentimiento del 15M que yo recordaba de Madrid. No se pueden tener soluciones a todos los problemas de manera inmediata. Hay que tener paciencia. Quizá en el caso de los italianos, un poco más.

0 comentarios:
Publicar un comentario